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ROSARIO, 21 ABRIL.- La ciudad de Rosario, en Argentina, se ve sacudida por una ola de violencia narcoterrorista, con una serie de crímenes ordenados desde el interior de una prisión federal. El último episodio de esta escalada de violencia tuvo lugar el 9 de marzo, cuando un sicario adolescente, bajo órdenes de narcos encarcelados, asesinó a Bruno Bussanich, un empleado de una gasolinera local, en un ataque aparentemente aleatorio.

Los detalles de este crimen son escalofriantes. Bussanich, de 25 años, se encontraba trabajando en la oficina de la gasolinera cuando fue atacado sin mediar palabra por el joven sicario, quien le disparó tres veces antes de huir del lugar con una pistola. Las cámaras de seguridad captaron el brutal acto, que ha conmocionado a la ciudad y a toda Argentina.

Este asesinato es solo uno de los cuatro crímenes ordenados por narcos desde prisión en una campaña de violencia que busca intimidar a las autoridades locales y provinciales. La justicia ha señalado que estos actos son una represalia por las medidas de endurecimiento en las condiciones de detención de los narcos en prisiones federales y provinciales, desde donde siguen controlando sus operaciones criminales.

La respuesta del gobierno ha sido enérgica. El presidente Javier Milei ha declarado que enfrentarán a estos “narcoterroristas desesperados por mantener el poder y la impunidad”, prometiendo aislarlos y recuperar el control de las calles de Rosario. El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, también ha intensificado las acciones contra estas bandas narcoterroristas, coordinando esfuerzos con el gobierno nacional para combatir el crimen organizado en la región.

Sin embargo, los ciudadanos de Rosario están divididos en sus opiniones. Si bien muchos apoyan las medidas para combatir la delincuencia, temen quedar atrapados en la violencia generada por las represalias de los narcos. La reciente confiscación de cientos de celulares a presos, las restricciones en las visitas en las cárceles y el despliegue de fuerzas de seguridad federales en las calles son acciones que han generado cierto alivio, pero también incertidumbre sobre el futuro de la seguridad en la ciudad.

El papa Francisco se ha solidarizado con la situación en Rosario, instando a una investigación independiente sobre la corrupción que facilita el negocio de la droga y a los políticos a recuperar el tejido social de la ciudad. Con estos crímenes y la respuesta gubernamental, la lucha contra el narcotráfico y el narcoterrorismo se intensifica en esta ciudad clave de Argentina.

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