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Redacción Salud, 04 Abril.- En los últimos años, ha habido un aumento alarmante en los niveles de depresión, ansiedad, autolesiones y suicidio entre adolescentes, lo que ha despertado la preocupación de expertos y la sociedad en general. Jonathan Haidt, psicólogo social estadounidense, aborda esta tendencia preocupante en su libro “La generación ansiosa”, donde analiza cómo los cambios en el estilo de vida infantil y la popularización de las tecnologías digitales, especialmente los smartphones y las redes sociales, han contribuido al deterioro de la salud mental.

Haidt, en su enfoque multidisciplinario, ofrece una visión detallada de cómo la crianza y el desarrollo de los adolescentes han cambiado en la era digital. Inicialmente investigando los efectos de los smartphones y las redes sociales en la sociedad en su proyecto “La vida después de Babel”, Haidt se centró luego en el impacto en la salud mental de los adolescentes, lo que lo llevó a escribir “La generación ansiosa”.

El libro destaca cómo la generación post-1995, conocida como Gen Z o Centennials, ha sido especialmente afectada, aunque los Millennials tampoco están exentos. Haidt señala que el surgimiento de una “infancia centrada en el teléfono” desde finales de la década de 2000 ha sido crucial. Esto, combinado con un acceso sin precedentes a internet de alta velocidad y planes de datos ilimitados, ha tenido un impacto significativo en el desarrollo social y emocional de los jóvenes.

Uno de los puntos clave que Haidt aborda es la disminución del juego no supervisado y la exploración independiente, aspectos fundamentales en el desarrollo infantil que promueven habilidades cruciales como la gestión del riesgo y la construcción de relaciones interpersonales sólidas. La supresión de estas oportunidades, impulsada por temores mediáticos sobre la seguridad infantil, ha privado a los jóvenes de herramientas esenciales para enfrentar las ansiedades normales de la infancia.

En un podcast de The Atlantic, Haidt compartió sus reflexiones sobre cómo la masificación de los smartphones ha contribuido al marcado aumento en los problemas de salud mental entre los adolescentes. Esta “epidemia de enfermedades mentales”, como la describe, se refleja no solo en las estadísticas, sino en experiencias de vida reales, lo que hace necesario replantear el papel de la tecnología en la vida de los jóvenes.

Haidt sugiere limitar el acceso a los smartphones y redes sociales en edades tempranas como una forma de recuperar formas más saludables de socialización. También aboga por una infancia más tradicional, postergando el uso de smartphones hasta la secundaria y aumentando la edad mínima para las redes sociales a 16 años. Estas propuestas, junto con la implementación de escuelas libres de celulares, buscan aliviar las presiones que enfrentan los jóvenes en un entorno digital omnipresente y altamente invasivo.

En resumen, Haidt propone estrategias destinadas a reconstruir una infancia más conectada con la naturaleza humana, como fomentar el juego al aire libre y la integración en comunidades reales y estables.

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