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Granada (España), 12 abr (EFE).- Quinientos días dentro de una cueva, en soledad, sin referencias de tiempo y sin contacto con el exterior.

La española Beatriz Flamini, deportista de élite, alpinista y escaladora, está a punto de cumplir este reto, que también supondrá un récord mundial de permanencia bajo tierra en estas condiciones extremas.

Milutin Veljkovic estuvo 464 días en una cueva de Serbia entre 1969 y 1970.

Este próximo viernes se producirá la salida de Flamini de una cavidad en la provincia española de Granada (sur), en la que ha permanecido a 70 metros de profundidad y aislada durante el último año y casi cinco meses, ajena a todo lo que ha acontecido en el planeta en todo este tiempo.

Apasionada de expediciones en solitario por las cimas más altas del mundo y experta en autosuficiencia, esta defensora del medioambiente se puso en contacto hace dos años con la productora Dokumalia para plantearle el reto, explica a EFE Elena Mera, portavoz del proyecto Timecave.

“Se trataba de un desafío personal de superación, como otros muchos que había hecho anteriormente. En este caso, se prestaba además a todos los estudios que otros quisiesen hacer con ella, con lo que muchos científicos se apuntaron. Nos propuso también registrar todo el proceso en una serie documental”, detalla.

Tras estudiar experimentos similares llevados a cabo antes en distintas partes del mundo y ser conscientes de la dificultad, están a punto de cumplirse esos 500 días en una constante noche oscura, sola y en silencio, durante más de dieciséis largos meses.

Esta aventurera, de la que los expertos que la han tratado destacan su gran fuerza mental y voluntad de hierro, ha lidiado todo este tiempo con sus pensamientos, su ilusión, sus miedos, su valentía, acompañada de dos cámaras sin pantalla que contenga referencias de horas ni días, para narrar paso a paso sus vivencias.

Comidas, ejercicios, días malos y buenos, problemas y dificultades, dudas, cambios en cuerpo y mente, longitud de días y noches, sensación de haber entrado en un bucle eterno de tiempo detenido a las 4 de la madrugada, momentos de terror y euforia, falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor, incidentes imprevistos que han podido mandar todo al garete, filosofadas sobre el sentido de la vida y lúcidas reflexiones no han faltado.

UN RETO SIN INTERVENCIÓN EXTERNA

Para llevarlo a cabo se ha seguido una metodología sencilla, en la que se ha creado un grupo de trabajo con los psicólogos e investigadores involucrados, con espeleólogos y entrenadores físicos, siempre conectados y al día sobre opiniones e hipótesis de todos, bajo la premisa de no interferir en el reto.

Ella ha ido dejando las tarjetas que grababa en una zona de intercambio de la cueva programada con los espeleólogos y la productora ha ido recogiendo su experiencia, indica Mera, que espera con ganas cómo será la salida y poder compartir su adaptación en el exterior.

Timecave estudia también cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo; los posibles cambios neuropsicológicos y cognitivos ante la soledad, la ausencia de luz y el aislamiento cognitivo y social; y los ritmos circadianos y el sueño bajo estas condiciones excepcionales.

Un grupo de espeleólogos preparó la cavidad para que pudiera ser habitada y elaboró un plan de emergencias, que incluía el cerramiento de la cueva para evitar caída de animales y prevenir la entrada de intrusos, más un sendero hasta una explanada para hacer posible el aterrizaje de un helicóptero de evacuación.

Además de controlar su salud a través de las cámaras, le ha suministrado alimentos y agua y retirado la basura a través del punto intermedio, sin cruzarse ni mantener comunicación.

Una tonelada y media de materiales, alimentos y mil litros de agua para esta experiencia, en la que Beatriz ha leído 60 libros.

Seguramente su historia, su experiencia única, le dé para sacar a la luz más de uno. EFE

Roberto Ruiz Oliva

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