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La tensión militar aumenta por momentos en los alrededores del mar Negro. Rusia ha anunciado este miércoles que emplazará una nueva división de misiles antiaéreos tierra-aire S-400 en la península de Crimea, territorio ucranio anexionado por Moscú en 2014.

“Próximamente el nuevo sistema de misiles entrará en servicio”, declaró a la agencia Interfax el coronel Vádim Astáfiev, portavoz de la circunscripción militar Sur. El anuncio es un paso más en la escalada de tensión bélica con Ucrania —que a partir de este miércoles implanta el estado de excepción (ley marcial) de 30 días—  por el apresamiento de tres barcos de la marina ucrania y sus tripulaciones por parte de Moscú.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha acusado este miércoles a su homólogo ucranio, Petró Poroshenko, de orquestar una “provocación” en el mar Negro para incrementar su popularidad con vistas a las elecciones de marzo, en las que no parte como favorito según los sondeos.

Durante una intervención en un foro financiero en Moscú, el líder ruso ha dicho que Occidente acepta lo que hace Kiev porque se ha creído la narrativa antirrusa que promueve su clase política.

Rusia ha ido paulatinamente instalando nuevos equipos militares en Crimea desde la anexión —condenada por toda la comunidad internacional— del territorio hace cuatro años, pero estos últimos movimientos militares son un claro mensaje de advertencia a Ucrania ante la escalada de tensión que sufre la región.

La división de misiles S-400 que será emplazada en Crimea ha realizado ya las primeras prácticas de lanzamiento en un polígono situado en la región de Astracán, en el sur de Rusia, cerca del mar Caspio. Las autoridades rusas han explicado que las tres divisiones de misiles tierra-aire S-400 que ya están en la península anexionada en 2014 —que pueden abatir simultáneamente varios objetivos a una distancia de hasta 400 kilómetros— garantizan la seguridad del espacio aéreo de Crimea.

Además, un barco militar especial para desactivar minas marinas de las fuerzas rusas, el vicealmirante Zakharin, ha puesto rumbo al mar de Azov, que es navegado por ambos países y es un área de creciente tensión del mar Negro, informa Reuters.

Estos movimientos se producen en medio de la crisis creada por el apresamiento de tres buques de la Armada ucrania por guardacostas rusos en la zona del estrecho de Kerch (que une Rusia con la península de Crimea) y la detención de 24 marinos ucranios, que siguen encarcelados en la península de Crimea.

El martes por la tarde, un tribunal de la ciudad de Simferópol había enviado a 12 de ellos a prisión preventiva por dos meses, hasta el 25 de enero, tras acusarlos de haber entrado ilegalmente en aguas territoriales rusas. Pero Kiev teme que la condena de prisión dure años, ya que el supuesto delito es considerado como “grave”.

El presidente ruso, Vladímir Putin, denunció este martes una “burda violación” del derecho internacional por parte de los barcos ucranios y aseguró que los guardacostas rusos están dispuestos a “ofrecer explicaciones adicionales” sobre lo ocurrido en la zona del estrecho de Kerch.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha hablado este miércoles tanto con Putin como con el presidente ucranio, Petró Poroshenko, sobre la escalada de tensión en la zona. La canciller alemana, Angela Merkel, lo hizo el lunes pasado.

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