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Colombo, 10 may (EFE).- Sri Lanka amaneció este martes en calma tras una jornada de violencia con al menos 8 muertos y 218 heridos, después de que los choques entre partidarios del Gobierno y opositores, que reclamaban desde hace semanas su dimisión en bloque por la crisis económica, se propagaron por toda la isla.

De nada sirvió que a primera hora de la tarde del lunes el primer ministro, Mahinda Rajapaksa, presentara su dimisión. Esta mañana, el que fue presidente del país entre 2005 y 2015 -tiempo en el que puso fin en 2009 a las más de dos décadas de guerra civil que asolaron el país- abandonó la residencia oficial de Temple Trees.

Fueron precisamente sus seguidores a los que se acusa de haber desencadenado la violencia del lunes, cuando después de participar en un acto de apoyo al entonces primer ministro en Temple Trees, se enfrentaron a los manifestantes pacíficos que se encontraban en el exterior de la residencia oficial reclamando su dimisión.

Después el grupo progubernamental se dirigió a la protesta principal en las inmediaciones de la Secretaría Presidencial de Colombo, donde desde hacía justo un mes reclamaban la renuncia del hermano de Mahinda y presidente, Gotabaya Rajapaksa, y atacaron a los manifestantes con palos y barras de hierro ante la supuesta indiferencia de la policía, que tardó en reaccionar.

En Sri Lanka el presidente es el jefe de Gobierno, mientras que el puesto de primer ministro es más ceremonial, por lo que los manifestantes todavía reclaman la renuncia de Gotabaya Rajapaksa, que anunció que formaría un gobierno de inclusión nacional con todos los partidos.

REACCIÓN VIOLENTA INESPERADA

La violencia contra los opositores al Gobierno llevó a una reacción inesperada, y lo que hasta entonces habían sido manifestaciones sobre todo pacíficas vivieron una dura respuesta, incluyendo destrozos de vehículos e incendios de al menos 25 residencias de políticos relacionados con el partido en el poder.

Según el último balance hoy de víctimas, los disturbios en toda la isla dejaron al menos 8 muertos y 218 heridos, sobre todo en Colombo y sus alrededores, pero también en el pueblo meridional de Weeraketiya, del que es originario el ex primer ministro.

La división de información de la Policía detalló en un comunicado que entre los fallecidos hay un diputado, un dirigente local del pueblo meridional de Imaduwa, y dos policías. Uno de los agentes se encontraba protegiendo la residencia oficial del primer ministro.

A pesar de haberse extendido el toque de queda declarado ayer hasta el miércoles, y estar activo el estado de emergencia, muchos manifestantes antigubernamentales permanecían hoy en las calles, algunos de ellos registrando vehículos en busca de simpatizantes gubernamentales que participaron en las protestas del lunes.

Otros manifestantes vigilaban las cercanías de los aeropuertos ante la posible huida de algún miembro del clan Rajapaksa, a los que acusan de corrupción y de no haber sabido hacer frente a la grave crisis económica que padece el país.

Sin divisas suficientes para adquirir alimentos, combustible y necesidades básicas, el país entró hace meses en una espiral inflacionaria y de escasez.

La tensión y el descontento aumentó en la isla a finales de marzo, cuando las autoridades impusieron cortes de luz de más de 13 horas, lo que llevó a la población a salir a las calles para pedir la dimisión en masa del Ejecutivo de Sri Lanka.

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