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El primer ministro sueco, Stefan Löfven, durante el último día de campaña en Linkoping (Suecia). ANDERS WIKLUND EFE.

Este domingo, unos siete millones de suecos decidirán en las urnas el futuro del país. Se trata de una situación inédita en la potencia escandinava en la que la ultraderecha ha ido ganando posiciones durante los últimos meses hasta convertirse en la segunda fuerza en intención de voto.

 

“Considero que en la campaña lo estamos haciendo bien”, dice al teléfono Philip Botström que con 27 años es el jefe de las juventudes socialdemócratas en Suecia desde 2015. Botström reconoce el aumento de la ultraderecha, pero matiza que la sociedad no se ha vuelto más conservadora. “Nos han ganado votos a nosotros, pero también a los moderados”, que en Suecia son de corte conservador. “Si al final los Demócratas Suecos tienen la posibilidad de participar en un Gobierno, van a decepcionar a la gente”, cuenta, agotado, en su último día de intensa actividad electoral. Cree que no tienen agenda y que su discurso se fundamenta en generar odio y cosechar el descontento de los ciudadanos.

La campaña electoral la ha dominado la inmigración. Para los xenófobos ha sido la punta de lanza y casi el único argumento electoral: demasiada gente, demasiado gasto, demasiado peligro para la sociedad sueca. Sin embargo, los socialdemócratas se han ido desmarcando de ese campo de batalla para hablar sobre el orgullo nacional: el Estado de bienestar. “Eso es lo que le importa a la gente, no la inmigración”, sostiene Botström.

Y los datos lo avalan. Según la empresa de análisis Kantar Sifo, la primera preocupación para los suecos de cara a estas elecciones es la Sanidad, seguido de la Educación. Toivo Sjörén, experto de la misma empresa, da la clave por la que los DS han elegido su batalla en esta guerra: “La sanidad no mueve votantes, la inmigración o el cambio climático sí”, concluye.

Sea cual sea el resultado de la votación que empieza a las ocho de la mañana y termina a las ocho de la tarde, Suecia —y el resto de Europa— tendrá que esperar semanas, según fuentes del Gobierno, para poder ver cómo se van fraguando, y en qué sentido, las alianzas políticas entre partidos. Lo que es seguro es que, tras un lustro de permanecer en la sombra, la ultraderecha ha llegado al primer plano de la política en Suecia.

 

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