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Leópolis (Ucrania), 20 may (EFE).- Las familias de los soldados caídos en la defensa de Mariúpol les rinden homenaje, un año después de que terminase el asedio ruso, y denuncian las condiciones de los están prisioneros en Rusia mientras se reconstruye el regimiento “Azov”.

Cientos de personas se reunieron este sábado para el funeral de Bogdan Kril, un soldado del regimiento “Azov”, en el cementerio militar de Lychakiv en Leópolis. Kril murió durante la defensa de Mariúpol, que duró casi tres meses, pero su cuerpo fue devuelto a su familia solo recientemente.

“Bogdan murió cuando el hospital improvisado en la planta metalúrgica “Azovstal” fue destruido por una bomba de aviación. Sus compañeros de armas no tenían medios para sacar su cuerpo de entre los escombros”, explica a EFE una mujer, de pie junto a otra tumba con una bandera de “Azov”.

Maria Mykhailyshyn y su hija Natalia, que se quedará cerca de la tumba de su hermano hasta el anochecer, acuden a la tumba de Igor Mykhailyshyn casi todos los días.

“Nunca pensé que mi hijo se convertiría en soldado. Era muy amable y siempre traía a casa animales callejeros que rescataba”, recuerda María.

Sin embargo, subraya que su fuerte sentido de la justicia lo impulsó a unirse a “Azov”, que desempeñó un papel clave para mantener a Mariúpol bajo el control de Ucrania poco después de que Rusia se anexionara Crimea y comenzara la guerra en Donbás en 2014.

“Azov” se creó siguiendo los mejores estándares militares del mundo e Igor se sintió cómodo allí, explica María. “Quería ayudar a Ucrania a mantenerse independiente y evitar que Rusia maltratara a nuestro país”.

Varios cientos de combatientes de “Azov” murieron durante el asedio de Mariúpol y más de 700 permanecen en cautiverio ruso, junto con unos 1200 soldados de otras unidades, que tuvieron que abandonar la planta “Azovstal” hace exactamente un año, al quedarse sin municiones y alimentos.

“Lo único que nos pidieron entonces, cuando aún podíamos comunicarnos, fue que no los dejáramos”, cuenta a EFE Iryna Novosiadlo, de la “Asociación de familiares de los defensores de Azovstal”.

Las familias se reunieron en una manifestación en Leópolis el sábado para llamar la atención sobre el completo aislamiento y maltrato al que Rusia somete a los soldados ucranianos cautivos y para exigir la acción de la ONU y la Cruz Roja.

“No puedes comer, no puedes dormir, no puedes hacer nada”, describió Olga de Zaporiyia su estado durante los meses que su hijo pasó en cautiverio ruso.

Según las familias, Rusia ha aislado completamente a los prisioneros de guerra ucranianos y no les permite comunicarse con sus familiares, en contra de lo dispuesto en la Convención de Ginebra.

Se producen pequeños intercambios de prisioneros de guerra, pero las familias temen que las posibilidades de que sus seres queridos sobrevivan al cautiverio disminuyan cuanto más tiempo pasen sin la ayuda médica y la nutrición adecuadas. Todos los cautivos liberados requieren rehabilitación, debido a la grave pérdida de peso y otros efectos físicos y psicológicos.

El hijo de Iryna pasó por una larga rehabilitación después de regresar del cautiverio en septiembre, cuando 200 soldados ucranianos fueron intercambiados por Viktor Medvedchuk, oligarca prorruso y aliado cercano de Vladímir Putin.

Dentro de este intercambio, cinco comandantes de “Azov” fueron transferidos de Rusia a Turquía y se les prohibió regresar a Ucrania.

A pesar de haber perdido a algunos de sus combatientes más experimentados, “Azov” ha pasado de ser un regimiento a una brigada. Los centros de reclutamiento están abiertos en cuatro ciudades ucranianas, incluida Leópolis, y los solicitantes deben someterse a rigurosos controles y capacitación.

Otra brigada, relacionada con “Azov”, también surgió durante la invasión rusa cuando los exveteranos de “Azov” ayudaron a repeler el intento ruso de apoderarse de Kiev.

Actualmente, la brigada participa en combates cerca de Bajmut y dio las primeras informaciones sobre avances en los recientes contraataques ucranianos cerca de la ciudad.

Rostyslav Averchuk

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