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Seade, Guajardo y Videgaray, en la conferencia de prensa. L. N. EFE

Muchas certezas: México tendrá un nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos para los 16 próximos años, la confianza en la economía mexicana regresa y los inversores respiran aliviados. Una única duda: ¿aceptará Canadá las condiciones negociadas a sus espaldas o preferirá permanecer al margen, con todos los costes que esa decisión conlleva?

En la misma línea, el secretario (ministro) de Economía, Ildefonso Guajardo, ha calificado de “bueno” el acuerdo, “que mejora la competitividad de América del Norte. No se han aceptado cuotas, restricciones ni tarifas en el comercio, y se mantiene el atractivo de México [para los inversores]”. En la conferencia de prensa han participado, además de Videgaray, el propio Guajardo y los representantes empresariales, la mano derecha de Andrés Manuel López Obrador en el proceso, Jesús Seade. Una muestra de unidad -elogios incluidos- por parte del Gobierno saliente y el entrante. También una declaración de intenciones por parte de López Obrador su equipo de transición: el acuerdo cuenta con el visto bueno del presidente electo, que se quita un problema de encima para su sexenio.

En un tímido intento por marcar distancias con la Administración Trump -que ha desdeñado repetidamente a su vecino del norte y ha dejado caer que lo importante ya está hecho- el Gobierno mexicano ha hecho un nuevo esfuerzo para que Canadá siga negociando su incorporación. “Es fundamental”, ha llegado a decir Videgaray, más allá de si el resultado final es exitoso y se puede llegar al objetivo de trilateralizar lo pactado. “Quiero dejar muy claro que nuestra voluntad es que Canadá siga estando en la negociación”.

Sin embargo, la presencia o no de Ottawa no es requisito imprescindible para que el acuerdo siga adelante: “Hay muchas variables que no podemos controlar y, si por alguna razón no se llegase a un acuerdo [con el Gobierno de Justin Trudeau], México tendrá un acuerdo con EE UU”, ha remarcado el titular mexicano de Exteriores. Mucho más enfático en defensa de la posición canadiense ha sido López Obrador: “Hay cosas que no nos satisfacen del todo, como que todavía no se incluya a Canadá. Nos interesa que sea un tratado de tres países”, ha subrayado en declaraciones a Reuters.

Limitar los daños

“Celebro lo logrado. Estamos muy contentos”, ha afirmado Seade. “Es una contribución importante en términos de estabilidad: seguimos teniendo tratado y, además, modernizado. Es una señal muy poderosa de hacia dónde va nuestra economía”. Jesús Seade, ingeniero químico con amplia experiencia en comercio internacional, ha admitido que veía la negociación como “un ejercicio en el que limitar los daños”. México, ha venido a reconocer, tenía mucho más que perder que que ganar. “Pero el resultado ha sido mucho más exitoso que eso. Estamos muy contentos”.

El país latinoamericano acepta que el contenido regional mínimo de cada automóvil fabricado en la región suba del 62,5% actual al 75%, pero lejos del 85% al que aspiraba Trump. También que el 40% de cada coche sea fabricado en zonas en las que el salario medio en la industria manufacturera sea de al menos 16 dólares. Pero preserva prácticamente intacto un mercado clave para la economía del país latinoamericano. “Con estas nuevas reglas de fortalecimiento, que cumplen desde ya el 70% de los autos exportados por México, el arancel será de libre comercio y cero tasa”, ha apostillado Guajardo.

Los nuevos requisitos para la industria entrarán en vigor a finales de 2020, por lo que las firmas automovilísticas tendrán un margen considerable de tiempo para adaptarse al esquema pactado. “También es para bien de los agricultores mexicanos”, ha destacado el titular de Economía, en referencia a otra de las cuestiones que más ampollas habían levantado en el transcurso de la negociación.

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