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Cannes (Francia), 19 may (EFE).- Cuando se piensa en la ropa fabricada en China siempre sale la idea de la explotación. Y eso es lo que podría haber hecho Wang Bin en su filme “Youth (Spring)” Juventud (Primavera)- pero en el documental que mostró este viernes en Cannes narra la vida de los jóvenes que trabajan en esas fábricas, sin juicios.

Cinco años (de 2014 a 2019) de rodar el día a día de jóvenes entre 16 y 20 años han dado como resultado casi tres horas y media de metraje para un documental con el que el cineasta chino compite por la Palma de Oro de Cannes.

“El destino de estos individuos está cambiando rápidamente y de forma importante”, explicó en rueda de prensa Wang, que no quería mostrar esa explotación de la que tanto se habla, sino la cotidaniedad de la vida de estos jóvenes.

Sus interminables y mecánicas horas de trabajo, pero también sus vidas fuera de él. Cómo comparten casas en situaciones bastante precarias, sus relaciones, sus mores y, sobre todo, sus aspiraciones de futuro.

“Hay algunos momentos maravillosos en el filme desde el punto de vista humano, pero la realidad es que poco a poco les invade la responsabilidad de ser un adulto en esta sociedad”, señaló el cineasta.

El realizador señaló que al principio fue complicado, puesto que los protagonistas no son personajes, sino trabajadores de esas fábricas y, por tanto, actores nóveles.

“No conocía la región y al principio fue complicado, pero luego la gente de la zona me ayudó mucho a adaptarme”, recordó, antes de contar que se trata de una zona “extremadamente importante en la historia de China porque es la que más contacto ha tenido con el exterior y se ha creado una cultura muy específica, que es la base de la evolución de la economía en la China contemporánea”.

Un documental que no ha podido aún mostrar a sus protagonistas porque la postproducción se hizo en París y no ha tenido forma de enviárselo aún.

Y que ha sido el proyecto “más difícil” de su carrera, por el tiempo que le ha dedicado y porque ha rodado algo que para él es esencial en la vida, el momento en el que la injusticia se mezcla con el trabajo “y eso es algo aterrador”.

“Nadie queremos convertirnos en el instrumento de nadie, pero la realidad es que mucha gente se encuentra toda su vida siendo el instrumento de otros”, dijo Wang, a quien no le gusta hacer declaraciones políticas sobre la situación de su país.

“Me gusta exponer las cosas a través del cine”, precisó.

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