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Los militantes prodemocracia de Hong Kong lanzaron este viernes una nueva salva de manifestaciones, a pesar de las advertencias lanzadas por China contra un movimiento cada vez más radical que lleva ya dos meses en las calles.

Este movimiento de contestación, iniciado a raíz de la oposición a un proyecto de ley hongkonés –en la actualidad, suspendido– que debía permitir extradiciones a China, se ha transformado en una denuncia por el retroceso de las libertades en la excolonia británica, exigiendo asimismo reformas democráticas.

Las manifestaciones, globalmente pacíficas, han dado lugar a encontronazos violento cada vez con mayor frecuencia entre participantes radicales y las fuerzas de seguridad.

El ejecutivo hongkonés pro-Pekín y el gobierno central subieron el tono esta semana al abrir diligencias contra manifestantes detenidos o amenazando implícitamente con una respuesta mucho más dura.

Novedad inesperada en este pulso político, este viernes fueron los funcionarios los que salieron a la calle, algo jamás visto por parte de un sector conocido tanto por su eficacia como por su conservadurismo y discreción.

Miles de personas se reunieron en un parque del distrito comercial de la ciudad, y luego empezaron a dispersarse por las calles colindantes.

Muchos de los funcionarios llevaban máscaras quirúrgicas para ocultar su identidad.

Las autoridades habían advertido a los empleados públicos que se arriesgaban a ser despedidos si salían a la calle.

“Toda acción que mine el principio de neutralidad política del servicio público es totalmente inaceptable”, declaró el jueves por la noche el gobierno.

“Además de ser funcionario, también soy un hongkonés y tengo el derecho a manifestarme” declaró un hombre que se presentó a la AFP como funcionario del Departamento de policía, sin querer identificarse.

La “neutralidad política” no debe significar “apoyo ciego” para el gobierno, opinó.

Un célebre independentista arrestado

Están previstas concentraciones no autorizadas el sábado y el domingo, así como una huelga general el lunes.

Para añadir más tensión, las autoridades anunciaron el jueves por la noche la detención de siete hombres y una mujer acusados de posesión de explosivos.

Una fuente policial dijo a la AFP que Andy Chan, fundador del partido independentista HKNP, actualmente prohibido, se encontraba entre los detenidos y que los agentes habían encontrado una “bomba de gasolina”.

La minúscula formación, la primera prohibida en Hong Kong desde 1997, había enfurecido al gobierno chino por su carácter independentista pese a contar con apenas un puñado de miembros.

Empleados del sector de las finanzas se manifiestan en Hong Kong, el 1 de agosto de 2019. AFP / ISAAC LAWRENCE

La prohibición del HKNP y la expulsión posterior del corresponsal del Financial Times en el enclave por invitarlo a un evento han sido vistos como dos símbolos del retroceso de las libertades.

En virtud del principio “Un país, dos sistemas” con el que Reino Unido cedió Hong Kong a China, la ciudad gozó hasta 2017 de libertades desconocidas en el resto del país.

La cólera de la población se debe a las dificultades económicas, las desigualdades sociales cada vez mayores y el sentimiento de que la ciudad pierde su identidad cultural por su cada vez mayor integración con China.

Los últimos dos fines de semana, las protestas se volvieron más violentas entre las fuerzas del orden y los protestantes. La agresión a manifestantes a finales de julio por parte de supuestos miembros de las llamadas tríadas –bandas criminales de origen chino que operan en China y Hong Kong– dejó 45 heridos, avivando aún más la tensión.

Discreta desde el principio de las protestas, la guarnición del Ejército Popular de Liberación (APL) basado en Hong Kong, amenazó esta semana en un vídeo a quienes protestan, calificando la violencia en las protestas de “absolutamente intolerables”.

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