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La cuenta regresiva para la 92 edición de los Premios Óscar ya ha comenzando, con Joker liderando las nominaciones con 11 candidaturas seguida por las 10 de 1917, El irlandés, Jojo Rabbit, Mujercitas y Érase una vez en…Hollywood. Sin embargo, el protagonista inesperado está siendo Antonio Banderas tras reabrir el debate racial después de que los medios estadounidenses le hayan colocado como representante de actores “de color”.

No ha hecho falta esperar a la ceremonia, que se celebrará el próximo 9 de febrero en el Teatro Dolby de Los Ángeles, para que las redes sociales se inunden de mensajes de indignación criticando la falta de diversidad entre los nominados, ya que tanto la presencia de personas de color como de mujeres en apartados técnicos ha vuelto a ser residual. A pesar de campañas de concienciación como los #OscarSoWhite que obligaron a Hollywood a analizarse el ombligo, parece que la lección aun no ha sido aprendida del todo.

Y es que la prensa de Estados Unidos ha entendido mal la variedad de representación tras referirse al malagueño como una de las pocas personas de color que aspiran a la estatuilla este año. Es como si no les hubiera quedado otra para justificar una supuesta diversidad, que hacerle este feo a nuestra estrella más internacional con una polémica que, todo sea dicho, bien ha aprovechado en broma El Mundo Today.

El bochorno de los medios americanos con Antonio Banderas, que ya vivió Rosalía hace no tanto, ha sido generalizado ya que dos cabeceras especializadas en la materia, Deadline y Vanity Fair, han dado por hecho el hito del malagueño calificándole de actor de color nominado en una de las principales categorías de la actuación. Pero han metido la pata hasta el fondo porque a la vista está que el protagonista de Dolor y gloria no representa a la cultura “de color” en el sentido americano de la palabra. Él es hispano, europeo y español, con sus raíces propias.

En España es donde obviamente nos ha llamado más la atención esta etiqueta hasta el punto de que Twitter se ha llenado de mensajes tachando a la prensa de “racista” y “paleta” por apresurarse a colocar al intérprete nacido en 1960 entre las excepciones de una lista de nominados blancos. Y es que este “error” no sólo provoca a este lado del charco que consideremos a los profesionales americanos como incultos y racistas, sino que además nos lleva a pensar en el poder supremacista de Estados Unidos y en su (absurda) obsesión con la raza.

En el caso de Deadline la polémica ha sido bárbara ya que ha tenido que eliminar de Twitter el tuit que anuncia que solo dos actores de color han sido nominados, Antonio Banderas y la actriz afroamericana Cynthia Erivo, ésta por su rol en Harriet. “Solo dos actores negros han sido nominados en las categorías principales de actuación mientras que las mujeres quedaron ausentes en mejor dirección”, publicó este medio que es uno de los más consultados en Hollywood.

Por su parte, Vanity Fair también ha tenido que rectificar después de señalar a los dos intérpretes como miembros de una misma comunidad: “Aunque los españoles no son técnicamente considerados personas de color, cabe señalar que Antonio Banderas fue nominado por su papel principal en el drama en español Dolor y Gloria”.

Se entiende que la intención en ambos casos era la de recalcar que Hollywood no es racista, ya que en Estados Unidos las etiquetas étnicas sirven para luchar contra la discriminación y visibilizar las distintas comunidades. Sin embargo, el resultado ha sido totalmente opuesto ya que se ha evidenciado el racismo y el desconocimiento.

Pero, ¿qué hay detrás de esta clasificación racial en la que se está diciendo claramente que Antonio Banderas no es blanco? Esta retracción y disculpa de los medios norteamericanos, que se han apresurado a editar sus artículos, ha sido la gota que ha colmado el vaso y que nos lleva a cuestionar la evidente falta de reconocimiento cultural en Hollywood. Suena a chiste que ni los propios profesionales de los medios sepan diferenciar entre hispanos y afroamericanos como dos culturas diferentes y que apuesten por aunar ambos en un mismo grupo como si el color de la piel fuera la única representación de diversidad posible.

En este sentido, para hablar de diversidad se debería haber reconocido las diferentes culturas y razas, investigando las raíces de Antonio Banderas e incluso preguntándole a él para poder categorizarle como representante de actores europeos, españoles e incluso hispanos. Y es que una gran parte de las personas descendientes de españoles son caucásicas pero también poseen esa raíz latina o árabe, heredera de la cultura clásica del sur de la Península con la que hasta ahora el gran público ha identificado al reconocido actor.

Quién sabe si Antonio Banderas se alzará con el Óscar y en su discurso hará referencia a esta polémica sobre las complicadas definiciones raciales, pero lo que de momento hemos aprendido es que la raza depende de la percepción que tiene cada uno de sí mismo, no es algo puramente genético y biológico sino más bien una construcción social.

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