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Madrid, 27 feb (EFE).- El 75 % de las fresas españolas tenía en 2021 residuos de plaguicidas, revela el estudio ‘Cosecha tóxica’ elaborado por la Red Europea de Acción contra los Plaguicidas (PAN Europe) y la ong Ecologistas en Acción, que denuncian el aumento de la utilización de “sustancias químicas eternas” y la contaminación del agua y los suelos en la UE.

El informe ‘Cosecha tóxica: el aumento de los plaguicidas eternos en frutas y hortalizas en Europa’ señala que alimentos como frutas y verduras están expuestos y contaminados por perfluoroalquiladas y polifluoralquiladas (PFAS) que se pulverizan sobre los cultivos en forma de plaguicidas, cuya utilización tiene consecuencias “graves” para la salud y la naturaleza.

De acuerdo a los datos, España, junto a los Países Bajos, Bélgica, Austria, Portugal y Grecia, es uno de los principales productores de alimentos contaminados con PFAS dentro de la UE.

En España, entre 2011 y 2021 se detectaron residuos de 18 plaguicidas PFAS diferentes en frutas y hortalizas a la venta, así: en 2021, las frutas y hortalizas cultivadas en España estaban contaminadas, especialmente las fresas (75 %), las uvas (64 %) y los albaricoques (49 %) o las espinacas (42 %).

En relación a las importaciones, en 2021 los países de origen de las frutas y hortalizas con mayor presencia de PFAS fueron Sudáfrica (PFAS en el 23 % de las muestras) y Marruecos (en el 17 %).

Esta contaminación ha aumentado en los últimos diez años, un 148 % en el caso de las hortalizas y un 80 % en el de las fruta, explican en un comunicado.

Señalan que estos químicos conocidos también como “sustancias químicas eternas” por su excepcional persistencia, figuran entre los mayores riesgos químicos actuales para los seres humanos y medio ambiente.

Las moléculas de estos productos, que fueron creadas para impermeabilizar todo tipo de superficies de utensilios de cocina, envases o ropa de monte, tienen como característica su enorme persistencia, que hace que una vez liberados queden para siempre en el cuerpo humano y la naturaleza.

Aseguran que muchos de estos químicos muestran “efectos adversos” incluso a bajas concentraciones, sobre el hígado, el sistema inmunitario y el sistema endocrino, y pueden ser responsables de la aparición de enfermedades como cáncer o problemas en el desarrollo infantil, por lo cual algunos ya han sido restringidos en la UE.

Según el estudio, la agricultura contribuye a la propagación y contaminación por PFAS porque estos químicos “han sido introducidos deliberadamente por la industria en los productos plaguicidas, añadiendo átomos de flúor al producto para aumentar su eficacia”.

Según otro reciente estudio de Ecologistas en Acción, “todos los responsables políticos europeos tienen PFAS en su sangre”, así como que estén presentes y contaminando los recursos hídricos y los suelos europeos.

Sin embargo, señalan las dos entidades, “quedan muchos otros químicos en el mercado”, fruto de lo que se conoce como “sustitución lamentable” por parte de sus fabricantes.

En algunos casos, los PFAS son subproductos de la descomposición, como el contaminante del agua ácido trifluoroacético (TFA).

Kistiñe García, responsable de Tóxicos en Ecologistas en Acción, ha subrayado que “en la UE se ha triplicado y en España ha aumentado un 148 % en el caso de las hortalizas y un 80 % en el de las frutas. Eliminar el uso de este tipo de plaguicidas podría ser una excelente diferenciación de los cultivos españoles, ya que los productos importados también están contaminados, como el 18 % de los plátanos o el 27 % de los pimientos”.

Angeliki Lysimachou, responsable de Ciencia y Política de PAN Europe, ha destacado que “los pesticidas PFAS no son en necesarios para cultivar. La aprobación de los plaguicidas PFAS, a menudo aplicados en mezclas, tiene deficiencias”.

Según Koldo Hernández, coordinador de Agua de Ecologistas en Acción, “de la primera lista oficial de restricción de PFAS, que incluía 47 sustancias activas, 37 (el 12 % de las sustancias activas sintéticas aprobadas en la UE) siguen autorizadas en los plaguicidas, lo que provoca su propagación deliberada por los campos agrícolas europeos y la contaminación directa de las aguas y el medio ambiente”.

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