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El miércoles se supo la retirada de tropas estadounidenses de Siria y este jueves, la del jefe del Pentágono, Jim Mattis, alias ‘perro furioso’, un general condecorado y sin problemas en mostrar sus desacuerdos con el presidente de Estados Unidos.

Donald Trump comunicó la noche de este jueves en su cuenta de Twitter que el secretario de Defensa se jubilará con distinciones a finales de febrero, después de haber ejercido el cargo durante los dos primeros años de su Administración.

El distanciamiento entre el mandatario neoyorquino y el militar resultaba evidente desde hacía meses, pero la noticia ha saltado en plena polémica por el repliegue en el conflicto sirio que ha decidido el presidente, una medida con la que Mattis no estaba de acuerdo.

La carta de renuncia fue dura. En ella explica que el presidente necesita un responsable de Defensa con “puntos de vista” más alineados con los suyos. “Una cosa que siempre he creído es que nuestra fuerza como nación está indisolublemente ligada a nuestro sistema único y amplio de alianzas y asociaciones”, escribió.

Mattis, de 68 años, estaba retirado del Ejército, tras pasar 40 años en el cuerpo de Marines, cuando un Donald Trump recién elegido en las urnas lo escogió para dirigir el Departamento de Defensa.

Era un general respetado, capaz de inspirar dos apodos tan aparentemente opuestos como “perro furioso”, por lo agresivo en el campo de batalla, y “monje guerrero”, por su bagaje intelectual. La carta de despedida recoge ambos valores. Su adiós se suma a la ristra de bajas importantes del Gobierno de Trump en los últimos meses, entre dimisiones y despidos.

Trump despidió con buenas palabras al general, destacando los progresos logrados durante su mandato en materia de compra de equipos o a la hora de lograr que “aliados y otros países paguen su parte en las obligaciones de Defensa”.

Pero los rumores de la marcha de Mattis llevaban tiempo circulando en Washington, fruto del enfriamiento en las relaciones con el presidente. En octubre, preguntado por estos extremos, el republicano no pudo ser más frío: “Creo que es una especie de demócrata, si quiere que le diga la verdad”, dijo en una entrevista televisiva el mandatario. “Puede que se vaya, quiero decir, en algún momento, todo el mundo se va. Todos. La gente se va. Esto es Washington”, añadió.

La retirada de Siria ha hecho más claras sus diferencias. El aún jefe del Pentágono había advertido de que un repliegue prematuro de las tropas del país podría “dejar un vacío que puede ser aprovechado por el régimen de [el presidente sirio, Bachar] El Asad o sus apoyos”.

También lamenta el peligro en que deja a los aliados kurdos, vulnerables a un ataque de Turquía. En el pasado discrepó de otras políticas, de forma más discreta, como el veto a los transgénero en el Ejército.

Aquel Gobierno de generales que Trump creó a los pocos meses de llegar a la Casa Blanca (con Mattis en el Pentágono, John Kelly como jefe de gabinete, H. R. McMaster como consejero de Seguridad Nacional) ya es historia.

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