Publicidad

Jorge Fuentelsaz

Jerusalén, 23 feb (EFE).- Fieles musulmanes de Jerusalén Este, territorio anexionado y ocupado por Israel desde 1967, expresaron su indignación e impotencia al ver como, un viernes más, las fuerzas de seguridad israelíes prohibían a los jóvenes entrar en la Explanada de las Mezquitas y rezar en el templo de Al Aqsa, considerado el tercer lugar más sagrado por el islam.

Una medida que no sorprende a los habitantes de Al Quds (‘Jerusalén’ en árabe) y que se produce solo cinco días después de que el ministro israelí de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, instara a impedir, durante el próximo mes de ramadán, la entrada de los palestinos musulmanes de Cisjordania ocupada a la Explanada de las Mezquitas.

“A los residentes de la Autoridad (Palestina) no se les debe permitir entrar en Israel de ningún modo”, durante el mes de ramadán, sagrado para los musulmanes y que comienzará este año a principios de marzo, escribió el sábado Ben Gvir en la red social X, en la que agregó: “No debemos correr riesgos ni tomar riesgos”.

“Es una medida racista, es racista”, dice a Efe Ibrahim, de 55 años, quien se pregunta: “¿Cómo que la gente de más de 45 años puede rezar y quienes tienen menos no? ¿El mayor de 45 es musulmán y el que tiene menos no lo es?”, se cuestiona.

 Controles policiales por toda la Ciudad Vieja

Hoy había barreras policiales en muchas de las puertas de entrada a la Ciudad Vieja, en Jerusalén Este, como en la Puerta de Yafa, la de los Leones o la de Damasco, según pudo comprobar EFE, además de en varias de las calles que conducen a Al Aqsa y, por su puesto, en todos sus accesos.

En la Puerta de Damasco, el retén de seguridad no permitió a nadie grabar vídeos o hacer fotos y, al igual que en el resto de las barreras, la mayoría de los jóvenes fueron obligados a darse la vuelta sin poder rezar, con evidentes gestos de resignación, rabia e impotencia.

Abderrahman, de 20 años, superó el control de la entrada a la Ciudad Vieja por la Puerta de Damasco, pero en el camino hasta la mezquita de Al Aqsa, la policía le bloqueó el paso, al igual que a sus dos acompañantes de 22 y 10 años.

“Venimos del sur para rezar la oración del viernes en la mezquita de Al Aqsa, pero (…) según nos dijeron los jóvenes tienen prohibida la entrada y solo dejan entrar a los mayores y a las madres y, por eso, nos devuelven a la puerta principal”, dice a EFE Abderrahman, que el viernes pasado sí pudo participar en la oración, pero en la de la noche (conocida como ‘al Ashaa’, en árabe).

 A veces, es cuestión de suerte

Imad, del barrio jerosolimitano palestino de Silwan, tampoco pudo rezar hoy: “Lo intenté en la puerta de Al Aqsa de más abajo y no me dejaron, todas las puertas están cerradas a los jóvenes”, dice quien ha intentado acceder por cuatro puertas y que va probar “en la última” a ver si le dejan.

Imad explica que el viernes pasado “gracias a dios” pudo entrar, pero este no y acusa a Ben Gvir de estar detrás de esta medida para provocar una guerra de calado religiosa.

 “Hay guerra contra Gaza, contra los civiles, y esto es una guerra contra el islam”, comenta antes de asegurar que él no quiere problemas y de criticar al rey Abdalá de Jordania, país que oficialmente gestiona la entidad islámica que administra Al Aqsa.

En otro acceso a la mezquita, Mohamed, al igual que Imad, ha sido rechazado en todas las puertas en las que ha intentado acceder, comenta a EFE, pero decide intentarlo en una última.

Camina solo hasta el puesto policial, un guardia armado le pide la documentación, se la enseña y le deja entrar. Ha tenido suerte, no muy lejos de allí, medio centenar de fieles se agrupan en una pequeña plaza desde donde se ve Al Aqsa y la Cúpula de la Roca pero, sobre todo, se escucha la oración.

Desde allí, guiados por la lejana voz del imán, cuya llamada al rezo se mezclaba minutos antes con las campanadas de las iglesias del viejo Jerusalén, los jóvenes oran.

Publicidad