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Islamabad, 11 may (EFE).- Casi sin tráfico y apenas unas pocas personas paseando por las calles, Islamabad está sumergida en incertidumbre y silencio, mientras el resto del país vive agitación y caos en el tercer día consecutivo de protestas por el arresto del ex primer ministro Imran Khan.

La Policía pakistaní reprime las protestas e Islamabad tras la detención del opositor Imran Khan.
 EFE/EPA/SOHAIL SHAHZAD

“Las tropas han llegado a Islamabad y están en espera”, dijo a EFE un oficial de policía desplegado en la Zona Roja que pidió anonimato.

La presencia del todopoderoso Ejército es defensiva en la capital paquitaní, pese a la violenta detención del líder opositor que provocó la salida de multitudes en otras varias ciudades.

Unos pocos trabajadores del partido de Khan, el Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI) se reunieron en estos días para manifestarse contra la detención del carismático líder, aunque no en gran masa, como sí ha ocurrido en otras localidades como Peshawar, donde los brotes de violencia dejaron ayer al menos cuatro muertos.

Las fuerzas paramilitares aguardan para evitar que los seguidores se congreguen en el área más sensible de Islamabad, la conocida como Zona Roja de la capital paquistaní, el lugar que alberga misiones extranjeras e importantes edificios gubernamentales.

Aunque el partido opositor convocó una protesta para esta tarde en un complejo policial de Islamabad, donde se cree que se encuentra Khan, los más de mil arrestos acometidos en las últimas 72 horas, entre ellos los principales líderes de la oposición, infunden miedo entre los partidarios de la ex estrella del críquet paquistaní.

“Hemos venido desde Peshawar para participar en la protesta en Islamabad pero la gente ahora tiene miedo a las detenciones”, señaló a EFE un trabajador del PTI, Rasheed Khan.

El sosegado silencio en Islamabad se contrapone a la violencia estallada en algunas de las grandes ciudades del país, donde los manifestantes exigen la liberación del líder opositor mientras las fuerzas paramilitares intentan tomar el control de las calles.

En los últimos dos días, los manifestantes asaltaron edificios militares, quemaron la residencia de un alto general del Ejército, el edificio de la principal emisora de radio nacional en Peshawar, y otros complejos estatales en las provincias de Punjab y Khyber Pakhtunkhwa, dos de los principales bastiones del PTI.

Hasta ahora unos 1.650 manifestantes han sido arrestados solo en Punjab, la provincia más grande del país, según indicó en un comunicado de la policía regional.

Los medios locales, además, reportaron el arresto de unos 80 simpatizantes del PTI en la ciudad de Quetta, en el suroeste del país.

Los seguidores de Khan mostraron en estos días su preocupación por la seguridad del líder opositor tras su arresto el pasado martes por medio centenar de hombres uniformados de negro de la unidad de Rangers del país.

Antes del arresto, el ex primer ministro acusó a la principal agencia de espionaje del país, Inter Services Intelligence, de planear su asesinato.

“No creo que él (Khan) sobreviva (…) escuché que tienen una inyección que mata a una persona lentamente sin signos de asesinato”, dijo a EFE una de las personas presente en la Zona Roja de Islamabad dando rienda a las teorías que el propio Khan promovió desde su salida de poder.

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