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Una de las primeras cosas que hizo Uri Levine (de 53 años), en junio de 2013, cuando supo que Google había comprado por mil millones de dólares Waze, la compañía que cofundó junto a Ehud Shabtai y Amir Shinar, fue hacer una compra. ¿Un yate? ¿Una mansión? ¿Un carro lujoso?

“Me compré una bicicleta”, confirma desde los Alpes franceses, durante una pausa en sus vacaciones familiares, este emprendedor de origen israelí y perfil discreto.

El cocreador de una de las principales herramientas para saltarse los trancones del mundo, con presencia en 185 países y usada por más de 250 millones de conductores, dice que ama la idea de montar su Specialized Stumpjumper, el modelo que se compró, y salir a recorrer Tel Aviv, donde reside. “Es mi principal medio de transporte, pero también es una herramienta de pensamiento, de abstracción”.

De paso por Chile para dar una charla sobre seguridad vial para la Asociación Chilena de Seguridad, queda claro que a Uri Levine lo define su capacidad pragmática de solucionar problemas cotidianos que afectan a personas comunes. Y en ese sentido, frente a la línea divisoria entre el mundo analógico y este futuro digital que se cierne sobre nuestras cabezas, solo queda una posibilidad: “Pensar en el futuro”, dice 

¿Hay algo del viejo mundo analógico que extrañe usar?

Las cosas que echo de menos aún las uso, como mi bicicleta. Es una tecnología con un par de cientos de años, por lo que nada dramático cambió allí.

¿En qué estaba pensando cuando Waze fue adquirida por mil millones de dólares?

En la próxima ‘startup’.

Desde cuando dejó su silla de jefe en Waze se ha dedicado a impulsar nuevas ‘startups’ y también a motivar a jóvenes emprendedores a ser un aporte al mundo en el que estamos viviendo. Ha sido y es mentor de una nueva generación de gente que desea dibujar la cara del futuro que viene. Y aunque pueda sonar a eslogan de autoayuda, dice que está intentando lograr un gran impacto social con la idea de “hacer del mundo un mejor lugar”.

–Pienso que puedo hacerlo; de hecho, lo estoy haciendo. Así que estoy tratando de enfocarme en los grandes problemas y la recompensa de estar creando valor para otras personas es algo muy ético para mí. Por eso estoy construyendo más y más ‘startups’.

La lista va desde Moovit, dedicada al transporte público; a Feex, que ayuda a transparentar comisiones en los planes de retiro. Incluso Refundit, para que las compras libres de impuestos para turistas resulten más eficientes. “Cuando la gente me agradece por lo que he hecho por ellas, me siento empoderado y apasionado haciendo incluso más cosas”, explica.

La verdadera prueba de fuego era conquistar mercados más grandes, como el norteamericano y el de nuestra región: Latinoamérica

La ruta al éxito no fue nada fácil para Uri Levine. Al momento de fundar Waze, que primero se llamó Linqmap, había otros servicios de GPS que competían con la naciente compañía, como Google Maps y otras aplicaciones. Y el comienzo fue complicado, porque si bien Waze podía funcionar bien en una cartografía más reducida como la israelí, cuna del invento, la verdadera prueba de fuego era conquistar mercados más grandes, como el norteamericano y el de nuestra región: Latinoamérica.

Lo que ayudó a marcar la diferencia fueron los datos que los mismos usuarios fueron brindando sobre el inicial mapa en blanco que era en su génesis Waze. De esta manera se fue construyendo la información acerca del estado del tráfico, las notificaciones de choques y accidentes, la presencia de policías y las características que hoy resultan habituales y básicas de este servicio, como calcular la ruta más rápida entre origen y destino.

Esta innovadora herramienta rápidamente se convirtió en un éxito, y de hecho Uri Levine reconoce que América Latina fue una de las regiones donde mejor empezó a funcionar Waze. Ajustes más, problemas menos, el ensayo y error les permitió ir poniéndose a la vanguardia de los servicios de rutas de tránsito y GPS.

El valor del error y del fracaso como parte de la cultura corporativa es parte del éxito para este emprendedor: “La parte más interesante es cuando te preguntas qué va a pasar. Siempre es la misma respuesta, ¿cierto? Así que fallas y te recuperas, y te preguntas qué he aprendido y cómo podría superar eso. Y sigues. La falla en sí misma es tal vez una lección y tal vez una interrupción, pero nunca uno se rinde”.

Para desarrollar Waze, por ejemplo, nunca se rindió. No había en su ruta una aplicación que le señalara cómo llegar al destino final.

–Uno cree en la causa porque la misión es la correcta: ayudar a las personas a evitar los embotellamientos. El equipo era el correcto. Yo sabía que el equipo nunca se rendiría y eso básicamente te empodera para decir ‘mira, la misión es correcta, el equipo es correcto, no me voy a rendir’.

Admite que siempre encaró “muchos problemas” en esa misión y fue como “atravesar el desierto”.

–Solo hay arena a tu alrededor y comienzas a caminar y todavía hay arena a tu alrededor. No ves que estás progresando, pero la verdad es que sí. Logras pequeños pasos de progreso. Esto es crítico, porque la capacidad de pasar por lo incierto radica en avanzar y asumir lo incierto. Si las cosas salen diferente de lo que quería, entonces configuraré una nueva ruta y haré el día siguiente el viaje. Si esto es exactamente lo que esperaba, entonces continuaré con esta parte del viaje. Entonces, hasta cierto punto, diría que la partida de un navegante es similar a la navegación de Waze: no sabes nunca qué sucederá, pero tan pronto como llegues allí, te darás cuenta y tomarás la decisión, y luego la próxima decisión y así sucesivamente con cada una.

Uri Levine no se describe a sí mismo como un aficionado lector de ciencia ficción ni como un fabulador de realidades posibles. Él es más concreto, como cuando responde con quién está en Los Alpes franceses en el momento de esta charla y alude a una exactitud estadística: “Estoy con el 60 % de mi familia”, menciona para aludir a tres de sus cinco hijos.

En Los Alpes ha disfrutado esquiando, dice. Y cuando menciona el tema, recuerda las veces en que ha esquiado en Chile.

¿Qué le gusta de Latinoamérica cuando viene?

Son las personas las que siempre me hacen sentir bienvenido. Y, por supuesto, me gusta discutir sobre trabajo y el pisco sour. 

En su charla en Chile habló de la seguridad vial, un tema que le apasiona: “Sabemos que más de un millón de personas todos los días muere por accidentes (…). El impacto de los accidentes es enorme. Se cuentan a veces solo las víctimas, pero se crean pequeños daños a la economía también. La gente lesionada requiere muchos cuidados costosos, creando un daño a la economía por cosas que podríamos haber prevenido”, asegura. 

Pragmático, responde con una sola idea cuando se le pregunta cómo era él creciendo en Israel: “Troublemaker”, dice de un tirón para referirse a un temperamento decidido y ‘creador de problemas’. “Los emprendedores en general no dan nada por sentado. Ellos cambian todo, no escuchan a nadie, ellos hacen lo que sea que quieran hacer”.

Más que sus años de universidad, donde estudió economía,lo que más marcó su juventud fue el servicio militar: “Estuve seis años haciendo el servicio, y ahí es donde tú maduras y se forma tu carácter, ahí es donde te das cuenta de que rendirse no es una opción y construyes tu liderazgo y la habilidad para formar equipos y todo lo demás. Muchos trabajos se establecen a partir de eso. Después, cuando fui a estudiar a la universidad representó para mí más educación formal, algo muy fácil y nada significativo”.

¿Era usted un joven muy serio o se dejaba llevar por la diversión o la fiesta?

Para mí siempre es una combinación. Tenía el pelo largo y me hacía una cola con él. Y al mismo tiempo era y soy muy sistemático y enfocado.

¿Cómo tiene tiempo para hacer todas las cosas que hace?

En este momento estamos teniendo esta entrevista, y la razón por la que está bien es porque mis hijos están durmiendo o haciendo otras cosas también. Así que siempre estoy combinando, trabajando y haciendo otras cosas. Pero el método que tengo para crear nuevas ‘startups’ es muy simple. Al principio, necesitan mucho de mi tiempo y yo las guío y ayudo a construir. Pero luego necesitan menos de mí, y mi tiempo se libera y puedo construir otra cosa. Por eso digo que esto es como una máquina de ‘startups’.

¿Y ahora?

Ahora estoy armando una empresa que trata con los agricultores de grandes plantaciones de fruta. Imagina que tienes millones de árboles y no sabes qué está pasando. Estamos construyendo un sistema que crea información real a nivel de un solo árbol y te da un mapa exacto de lo que está sucediendo y en qué lugar. Puedes ir y aumentar el rendimiento de la plantación.

¿Cree que debemos temer a las inteligencias artificiales, por ejemplo?

Quiero que pienses: mi abuelo tuvo un trabajo en su vida. Desde 1929 hasta que murió. Un trabajo, eso es todo. Mi papá tenía unos pocos y esto se está volviendo más y más. No es que tengan cambios de trabajo frecuentes, en realidad tienen trabajos paralelos. Empiezas a pensar en ello: ‘Ok, este es el caso, ¿qué es lo que necesito para enseñarle a la gente?’. La respuesta es adaptabilidad. Necesito enseñarles a aceptar los cambios y a no tener miedo de los cambios. Los cambios significan que todo lo que en este momento se percibe como seguro se está volviendo inseguro. Así que la mayoría de la gente verá el cambio como una amenaza en lugar de una oportunidad. Para los emprendedores, el cambio es una oportunidad, por lo que no solo lo estamos aceptando sino que lo estamos alentando.

La partida de un navegante es similar a la navegación de Waze: no sabes nunca qué sucederá, pero tan pronto como llegues allí, te darás cuenta y tomarás la decisión

El gigante Google compra Waze

El metabuscador más famoso del mundo adquirió la aplicación desarrollada por Uri Levine y sus socios en el 2013. La suma de la compra, como hizo público tres años después Google, alcanzó los 966 millones de dólares (más de tres billones de pesos). En total, ese año, la empresa se hizo con 15 compañías por una cantidad que ascendió a los 1.300 millones de dólares.

ERNESTO GARRAT VIÑES
EL MERCURIO (Chile) – GDA
En Twitter: @ElMercurio_cl

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