Publicidad

Los excesos del culto a la belleza en Venezuela quedaron al descubierto con el escándalo de una academia de modelaje infantil que comercializaba imágenes de sus alumnas en páginas pornográficas de Rusia y China.

Tres directivos de la agencia Belankazar permanecerán tras las rejas mientras son enjuiciados por vender imágenes de sus alumnas en páginas web para mantener a flote el negocio. Los suscriptores pagaban entre 20 y 200 dólares anuales para acceder al contenido “Premium” de las menores posando maquilladas, entaconadas y con vestimentas sugestivas.

No se sabe cuántas agencias más se dedican al negocio ilícito de vender data por internet de menores sin autorización de sus representantes legales pero todo parece indicar que el caso Belankazar es apenas la punta del iceberg.

Medio locales han informado sobre otros casos recientes. Es posible que otras redes de pederastas que se alimenten de las fotos de muchachas vulnerables en medio de un sistema policial corrupto y una cultura que estimula la coquetería en las niñas.

En Venezuela, la obsesión por la belleza está en todas partes y lo que en otros países pudiera ser considerado inadecuado o vulgar, en el atribulado país sudamericano es hermoso o sexy. Un ejemplo es ver a chicas muy jóvenes usar diminutas faldas ceñidas, vaqueros ajustados o uñas postizas puntiagudas de colores chillones.

Algunas niñas esperan con ansias ver crecer su pecho hasta llenar un sujetador gigante o someterse a una cirugía de prótesis mamarías para lucir unos senos exorbitantes que no corresponden con su estructura corporal.

Oservadores se preguntan por qué las instituciones y los padres venezolanos promueven abiertamente la sexualización de la infancia y exponen a sus hijas al riesgo de ser explotadas sexualmente en academias de modelaje poco después de aprender a caminar.

Las Lolitas de la industria cultural

British actor James Mason and American actress Sue Lyon on the set of his movie Lolita, based on the novel by Vladimir Nabokov and directed by Stanley Kubrick. (Photo by Seven Arts Production/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
El actor británico James Mason y la actriz estadounidense Sue Lyon en el set de filmación de Lolita, basada en la novela de Vladimir Nabokov, dirigida por Stanley Kubrick. (Seven Arts Production/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

La erotización de las niñas no es una invención venezolana. La sociedad tiene grabada en su psique colectiva la imagen de Lolita, el mítico personaje creado por el escritor ruso Vladimir Nabokov en 1955 de una voluptuosa niña de 12 años que enloquece a su padrastro cuarentón.

Pero una cosa son las aventuras de un personaje literario y otra la sobreexposición de niñas vestidas como mujeres en la era digital.

La experta en estudios de género Pilar Anastasía González, de la Universidad Nacional de Córdova, explicó en un estudio sobre la erotización infantil de la industria cultural ha puesto el énfasis en el “cuerpo sexuado, erotizado y adultizado de las niñas” a través de discursos publicitarios, programas de televisión, juguetes, letras de canciones.

“Para mencionar algunos ejemplos más concretos, nos referimos al mercado de los spa para niñas como oferta de celebración de cumpleaños; la venta de corpiños con relleno para aumentar el volumen del busto; los videos hit del reggaetón, con niñas “perreando”, dijo González.

Los expertos explican que es natural que los niños se disfracen de adultos en un acto de identificación con sus figuras maternas. A las niñas y algunos niños les encanta usar zapatos altos, collares y vestidos de las madres para representar lo que será su vida adulta.

Por eso es importante diferenciar la identificacion primaria de los niños con sus padres a lo que ocurren en la erotización de la infancia.

Psicólogos e investigadores coinciden en que las niñas que se saltan etapas de su desarrollo adoptando comportamientos adultos pudieran tener problemas.

“El efecto de esta conducta sobre la psique de las niñas es terriblemente negativo, al basar su autoestima, autoimagen y auto concepto a lo físico. Además, por lo general serán niñas que no podrán disfrutar sanamente de su sexualidad, con los consecuentes trastornos de índole sexual”, dijo a Yahoo! la psicóloga forense Elvira Zambrano.

Las niñas primero disfrutan de las academias de modelaje y concursos de belleza como un juego pero con el paso del tiempo se convierten en víctimas que se ven obligadas a sexualizarse y modificar su cuerpo, convencidas de que es un camino seguro para el afecto y aceptación social.

El psicólogo clínico y comunicador social Máximo Peña señaló que la hipersexualidad en la infancia es un atentado contra el desarrollo infantil normal de los niños y en algunos casos, cuando deriva en trastornos alimenticios o en embarazos de adolescentes, puede tener consecuencias irreversibles.

“Cuando hablamos de maltrato infantil suele pensarse en agresiones físicas o verbales. Pero la negligencia es una categoría de maltrato infantil. Madres y padres que inscriben a sus hijas en academias de modelaje están siendo negligentes con la educación de sus hijas y podemos estar hablando de una forma de maltrato”, dijo Peña.

El negocio de la belleza

Miss Venezuela Sthefany Gutierrez in her evening gown during the Miss Universe 2018 preliminary round in Bangkok, Thailand, December 13, 2018. REUTERS/Athit Perawongmetha
Miss Venezuela Sthefany Gutierrez en su traje de gala durante el concurso de Miss Universo celebrado en diciembre de 2018 en Bangkok, Tailandia. (REUTERS/Athit Perawongmetha)

La importancia de la apariencia física de las niñas y mujeres en Venezuela es aún más compleja porque está vinculada a la identidad nacional y a las posibilidades de ascenso social y económico, explicó la profesora Elizabeth Gackstetter Nichols en su libro Beauty, Virtue, Power, and Success in Venezuela 1850–2015

Aunque en los pueblos venezolanos se instauró la tradición de elegir a la reina de carnaval desde finales del siglo XIX, el primer concurso de belleza oficial se realizó en 1905. Desde entonces los certámenes se convirtieron en “espacios fluidos” en los que los ciudadanos marginados podían participar y desafiar las normas sociales.

La idealización de la belleza es tal que está socialmente aceptado que las mujeres modifiquen sus cuerpos para adecuarse a los patrones establecidos. Una de las vías para escapar de la pobreza es usar sus “segundos cuerpos” modificados para alcanzar la prosperidad con la que no nacieron.

Nichols dijo que, de esta manera, muchas mujeres pobres buscan la aceptación social mediante el manejo, modificación y control de sus segundos cuerpos.

Esa hipótesis explica por qué en Venezuela mientras algunos varones sueñan con la excelencia deportiva para salir de la pobreza al ser fichados por un equipo de béisbol de las Grandes Ligas, las niñas son motivadas por sus padres a asistir a academias de modelaje.

Nichols advierte que los venezolanos han internalizado el imperativo de la belleza como un mecanismo de ascenso social descrito por la neuro-psicologa Nancy Etcoff, quien argumenta que la búsqueda de belleza no es una construcción social, ni una invención de la industria de la moda ni una derrota al feminismo, sino una parte esencial de la naturaleza humana.

La propuesta científica de Etcoff se basa en el comportamiento de mujeres adultas. Pero el asunto es que en Venezuela, algunas madres y padres estimulan la precocidad de las niñas para que se conviertan en mujeres antes de tiempo.

Las niñas venezolanas aprenden desde pequeñas que las bellas se casan con hombres más exitosos y adinerados, tienen más privilegios y son perdonadas con más facilidad al trasgredir las normas en comparación al trato recibido por las mujeres que no son consideradas atractivas.

Máximo Peña considera que buena parte de la identidad colectiva se sostiene sobre la creencia irracional de que las mujeres venezolanas son las más bellas del mundo. “Por tanto, la belleza de la mujer se vende socialmente como un valor superior, y este es el contexto social en el que muchas madres y padres inscriben a sus hijas, aún siendo niñas, en academias de modelaje”.

Desde el punto de vista psicológico el principal daño que se hace a la niña hipersexualizada es la construcción de una autoestima frágil, cimentada sobre la valoración externa y no sobre las propias cualidades de la persona, más allá del aspecto físico. “Así, la adolescente es cosificada y va internalizando el estereotipo de género según el cual la principal función de la mujer es estar bella y siempre disponible para la satisfacción del hombre”.

El alto costo de la vanidad

Además de las posibles secuelas psicológicas, el camino de las bellas no es color de rosa.

En el documental “To be a Miss“, Edward Ellis, Aaron Woolf y Flor Salcedo mostraron el lado oscuro de la industria de la belleza en Venezuela, en el que se despilfarran millones de dólares en capacitación, productos de bellezas, ropa, maquillaje y cirugías para convertir a las niñas en barbies aunque no cuentan con los servicios de salud, alimentación y educación más fundamentales.

El largometraje se centra en la vida y las motivaciones de las jóvenes Bethania, Kiara y Mirla para participar en el Miss Venezuela. Y aunque existe un código de silencio alrededor de los concursos de belleza, las revelaciones de la película confirman los relatos de otras aspirantes.

Wilmayerlin Nava admitió en un documental de la BBC los sacrificios a los que se sometió cuando aún era una adolescente. Cambió su nombre a Wi May, se cosió una malla de plástico en la lengua para no ingerir sólidos, se implantó protesis mamarias y se operó la nariz.

En un reportaje publicado en 2015 por The New York Post sobre la fábrica de misses venezolanas, la periodista Kate Briquelet denunció que las agencia de modelaje venezolana incitaban a niñas de hasta 12 años a hacerse cirugías en la nariz y las nalgas y el aumento de senos a partir de los 16.

La nota mencionó que la fábrica más antigua de misses era la Agencia Belankazar, que actualmente está señalada de uso indebido de imágenes de sus alumnas, y que en ese momento formaba unas 600 niñas, que equivale al número de alumnos de un colegio con aulas desde infantil hasta bachillerato.

Otra revelación es que Belankazar se encuentra rodeada de consultorios que realizan operaciones estéticas, cosa que no causa sorpresa porque varias alumnas recibieron sugerencias de la institución de “corregir” de manera quirúrgica supuestos defectos físicos.

El director ejecutivo, Alexander Velásquez, quien ahora se encuentra privado de libertad por la presunta venta de fotos de niñas a redes pornográficas, dijo en su momento que las escuelas de misses eran positivas para la imagen de Venezuela.

Velásquez dijo en la entrevista que la mayoría de sus alumnas provenían de hogares de bajos recursos, con ingresos inferiores a los 50 dólares mensuales y que las familias accedían a invertir al menos la mitad su presupuesto en el pago de la matrícula de la agencia, la indumentaria y el maquillaje que necesitaban las niñas para sus desfiles.

“No creo que Venezuela tenga las mujeres más bellas del mundo, pero sabemos cómo producir mujeres hermosas y perfectas. Por eso es que destacamos en los concursos de belleza internacionales”.

Críticas y resignación

La comercialización clandestina de imágenes de las jóvenes modelos de Belankazar generó una ola de críticas e insultos por las redes sociales.

Para Peña. la agencia Belanzakar fue negligente al no proteger la imagen de las niñas y exponarlas a riesgos como el de la pornografía infantil, pero también al grooming (engaño pederasta) y al cyberbullying (acoso a través de las redes).

Pero la reacción de algunos representantes y modelos de la agencia ha sido mucho más calmada.

En un entrevista realizada por el canal de televisión NTN24, Dailing Mendoza, madre de una de las niñas modelos de la agencia Belankazar, negó haber tenido conocimiento del uso ilícito que las imagenes de su hija y aseguró que el trato recibido dentro de la institución siempre fue respetuoso y correcto.

La modelo Cindy Zambrano afirmó que nunca se sintió abusada por el personal de la agencia y que la participación en las sesiones fotográficas era completamente voluntaria.

Zambrano dijo aunque que el redireccionamiento de sus fotografías y videos a páginas de adultos en el extranjero la afectaban emocional y profesionalmente no piensa tomar acciones legales contra sus directivos.

La joven expresó que, al igual de muchas de sus compañeras, no dejará que la mala experiencia la aparte de su carrera en el mundo de la belleza.

Las actividades de Belankazar no fueron detectadas por las autoridades venezolanas sino por las denuncias de realizadas por influencers en las redes sociales a finales de agosto de 2019. Sin embargo, la agencia había sido señalada desde hace un año por un integrante del grupo Exposing Exploitation, que se dedica destapar redes de pederastas y de explotación infantil.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Para Máximo Peña la clave está en “educar a nuestros hijos e hijas en la igualdad, atentos a los estereotipos de género o prejuicios sociales sobre el rol que supuestamente deben ocupar los hombres y las mujeres”.

El psicoterapeuta sugirió la importancia de mostrar a nuestras hijas ejemplos de mujeres que destacan en la ciencia, la política, la cultura o el deporte. “Y cuando venga la próxima edición del Miss Venezuela: ¡apaga el televisor!”

Publicidad