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BOGOTA, 26 ABRIL.- Un acto de conmemoración aparentemente sencillo ha desatado una acalorada discusión nacional sobre la compleja historia de Colombia con el conflicto armado. El presidente Gustavo Petro, ex miembro del grupo guerrillero M-19, causó revuelo al solicitar que se exhibiera la bandera del grupo durante un evento público en memoria del asesinato del ex comandante del M-19, Carlos Pizarro.

La acción ha generado tanto apoyo como críticas feroces, reabriendo viejas heridas y planteando interrogantes sobre el legado del M-19 y su papel en el camino de Colombia hacia la paz. El evento en Zipaquirá, un municipio cercano a Bogotá, marcó el 34 aniversario del asesinato de Pizarro. Pizarro, quien había liderado la transición del M-19 de la lucha armada a la participación política en 1990, fue trágicamente asesinado poco después de dejar las armas.

El presidente Petro, honrando a su antiguo camarada, pidió que se sacara la bandera del M-19, afirmando que no permanecería oculta.
El M-19, aunque fue fundamental en el proceso de paz de Colombia, también carga con un legado controvertido. El grupo fue responsable del violento asedio al Palacio de Justicia en 1985, un sangriento suceso que resultó en numerosas víctimas y que sigue siendo un recuerdo doloroso para muchos colombianos.

El gesto de Petro ha provocado duras críticas, especialmente de aquellos que sufrieron a manos del M-19 o se oponen a su ideología. La senadora María Fernanda Cabal, una figura prominente de la oposición, acusó al presidente de faltar el respeto al país y a sus víctimas, destacando el asedio al Palacio de Justicia como un ejemplo principal del pasado violento del grupo.

Otros, sin embargo, ven el acto como un paso necesario para reconocer y reconciliarse con el complejo pasado de Colombia. Argumentan que comprender la historia del M-19, incluyendo tanto sus actos violentos como su eventual abrazo a la paz, es crucial para construir un futuro más justo y equitativo.

La controversia en torno a la acción de Petro pone de manifiesto las profundas divisiones que aún existen dentro de la sociedad colombiana con respecto al legado del conflicto armado. A medida que el país continúa lidiando con su pasado y luchando por una paz duradera, el debate sobre la bandera del M-19 sirve como un claro recordatorio de los desafíos que se avecinan. Queda por ver si este evento servirá como catalizador para un diálogo abierto y la reconciliación, o si exacerbará aún más las tensiones existentes.

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