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CARACAS.- “Fidel, el nombre que corre de boca en boca por estos días en que el mundo grita por solidaridad”. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se mantiene firme al frente de la propaganda cubana en medio de la polémica despertada por los nuevos contingentes de médicos cubanos llegados a Venezuela, Nicaragua, Italia, la Argentina, Surinam y Granada en plena pandemia del nuevo coronavirus .

“Regresaremos a la patria con el deber cumplido y todos bien. Vamos a estar todo el tiempo que sea necesario para combatir la epidemia”, aseguró Carlos Pérez Díaz, jefe de la brigada de 35 médicos, 11 enfermeros y un experto en Logística que llegaron a Lombardía, epicentro de la pandemia en Italia.

En parecidos términos se expresaron los facultativos cubanos en los otros países. También el presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció el fin de semana pasado la llegada de otro contingente de 130 médicos cubanos para “el combate con el coronavirus”, que se uniría a los que ya están en el país petrolero, sobre todo en la misión Barrio Adentro.

Para ambas revoluciones se trata de un tema clave, superior en la isla sobre todo ahora que el turismo ya no produce ni un dólar de ingresos para su deteriorada economía. “El último dato es que las misiones médicas reportan al país 6400 millones de dólares. Esto representa el 43% de las exportaciones totales”, confirma a LA NACION el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco de Cuba.

En crisis precedentes, como la del SARS o los atentados del 11 de Septiembre, los efectos negativos contra la principal industria cubana se prolongaron más de 16 meses. “El punto fundamental es que no importan de dónde vengan, el problema no es su nacionalidad, sino la verificación de si son médicos de verdad. Chávez lo decidió por decreto y comenzaron a llegar a Venezuela técnicos, enfermeros y no graduados, con el menoscabo de la salud de los pacientes”, rememora el oncólogo José Manuel Olivares, diputado exiliado en Colombia.

El anuncio revolucionario provocó, una vez más, las críticas de oposición y la sociedad civil, al decantarse una vez más el “hijo de Chávez” por los cubanos y no por los miles de médicos venezolanos que conforman la gran diáspora. Según las estadísticas del Parlamento, Venezuela pagaba a La Habana 150.000 barriles de petróleo al día más una compensación en dólares. “Cada médico cubano le costaba a la nación entre 4000 y 6000 dólares mensuales, cuando a ellos solo les pagaban 100 dólares. Se convirtió un gran negocio para el gobierno cubano”, desvela Olivares.

“Pero hace rato que Venezuela no tiene para pagar con dinero. De hecho, ha acumulado deudas con Cuba”, sostiene Vidal, quien asegura que los distintos países pagan al Estado cubano directamente en sus cuentas bancarias.

A lo largo de las dos décadas de estrecha alianza entre Cuba y Venezuela, los parabienes oficialistas se han mezclado con las críticas opositoras, no solo por las astronómicas cifras pagadas por Caracas a Cuba a cambio de sus servicios, sino también por el proselitismo político suscitado por los facultativos cubanos.

La última denuncia, realizada por los familiares de Juan Pablo Pernalete (asesinado por agentes gubernamentales durante las protestas de 2017) es de ayer mismo. “Un grupo de cuatro personas, diciendo pertenecer a un consejo comunal y un equipo de médicos cubanos, nos gritaban en la puerta de nuestra casa. Nos dijeron fueron enviados por el gobierno. Nos gritaban: Abran la puerta, Pernaletes, ábranla. (Nos decían) tenemos movimientos de que ustedes ingresaron al país recientemente”, denunció Elvira Pernalete, madre de Juan Pablo. Los padres del joven asesinado regresaron al país hace más de dos semanas.

“Se trata de un mecanismo perverso, los famosos ‘casa por casa’ para levantar información y construir mecanismos de control social, la base del populismo a expensas de las necesidad de las personas más vulnerables”, denuncia Olivares.

¿Propaganda o negocio? “La presencia médica cubana en esos países puede ser vista desde distintas aristas, no mutuamente excluyentes. Es una política de Estado, que combina lo económico (la venta de servicios para obtener divisas) y lo político (estrategia para ganar legitimidad Internacional e influencia dentro del país receptor). Prima ahí la razón de Estado sobre una solidaridad que, pensemos en los Médicos Sin Fronteras, supone siempre la iniciativa autónoma de los practicantes”, razón el historiador cubano Armando Chaguaceda, especialista en revoluciones.

La magnitud de la batalla política emprendida por Díaz-Canel contra Jair Bolsonaro, tras ordenar el presidente brasileño en 2019 la expulsión de los médicos cubanos, simboliza lo trascendental del tema para La Habana. La caída de gobiernos amigos no sólo en el gigante suramericano, también en Ecuador y Bolivia, significó un duro golpe económica para su gobierno.

“Dicho eso, el personal médico cubano, con su entrega y ayuda en medio de la crisis, será algo a agradecer por la población atendida. Y no se debe confundir la crítica al uso estatal de esos contingentes médicos con forma alguna de xenofobia en su contra”, concluye Chaguaceda.

Los aplausos recibido al aterrizar en Milán confirman que toda ayuda es bienvenida en la lucha contra el Covid-19. El recuerdo de su trabajo en Haití, durante la epidemia de cólera que mató a 10.000 personas, se mantiene hoy vigente.

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