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Brasilia, 29 feb (EFE).- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, asiste a la cumbre de la Celac con dos propósitos bien claros: revitalizar un proceso de integración que languidece y contener el radicalismo del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Esos dos objetivos han centrado buena parte de los esfuerzos de la diplomacia del líder brasileño en el ámbito regional y, según han adelantado fuentes oficiales, los pondrá sobre la mesa de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebrará en San Vicente y las Granadinas.

La recuperación de un proceso de integración que fue frenético en la primera década de este siglo es casi una obsesión para Lula, que en aquella época encabezaba una “marea roja” junto con líderes como el venezolano Hugo Chávez y el argentino Néstor Kirchner.

Ahora, sin embargo, enfrenta un contexto ideológico regional mucho más dispar, con una emergente ultraderecha que encarnan, sobre todo, el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, quienes el pasado fin de semana asistieron a una conferencia ultraconservadora en Estados Unidos y seguramente no estarán en la cumbre de la Celac.

¿Integrar en medio de la polarización?

Las primeras decisiones que Lula tomó en enero de 2023, cuando volvió al poder que ya había ejercido entre 2003 y 2010, fueron en favor de retomar los procesos de integración en América Latina.

Brasil se reintegró a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y a la Celac.

También convocó sendas cumbres de presidentes suramericanos y de la región amazónica que tuvieron un eco unánime, pese a las marcadas diferencias ideológicas que existen en la región.

Como resultado de ese proceso de consultas nació el llamado Consenso de Brasilia, un nuevo mecanismo de concertación volcado en la promoción de la cooperación y la democracia, formado por los doce países suramericanos, sin estructuras burocráticas y que este año está bajo la presidencia de Chile.

Su primer fruto ha sido un robusto plan de integración física suramericana, con apoyo financiero de los mayores bancos de fomento regionales, que se han comprometido a proveer una financiación de 10.000 millones de dólares.

Todo eso, sin embargo, fue discutido y negociado antes del pasado diciembre, cuando Milei, férreo opositor al multilateralismo, aún no había asumido la presidencia en Argentina.

 Venezuela y dos frentes de conflicto que preocupan a Lula

En el caso de Venezuela, el líder brasileño intenta presentarse casi en un papel de “pacificador” en dos frentes distintos, que pudiera llegar a tratar directamente con Maduro en el marco de la cumbre de la Celac, si es que el mandatario venezolano finalmente asiste.

En lo regional, Lula ha promovido el diálogo entre Venezuela y Guyana frente al conflicto reavivado por Maduro en torno al Esequibo, una región rica en minerales que ambos países disputan desde hace más de un siglo.

Sobre ese asunto fue enfático este miércoles en Guyana, donde asistió a la cumbre de la Comunidad del Caribe (Caricom).

“La Caricom se abrió al sur, rechazando la condición de zona de influencia de las potencias. Tenemos el desafío de mantener nuestra autonomía en medio de rivalidades geopolíticas. Nos cabe a nosotros mantener la región como zona de paz”, manifestó Lula en la cita caribeña.

En otro plano, la diplomacia brasileña actúa en la sombra para intentar colaborar con la celebración de elecciones “democráticas, libres y transparentes” este mismo año en Venezuela, aunque algunas posiciones de Lula algo complacientes con Maduro le han acarreado duras críticas de los sectores regionales más conservadores.

Brasil, de hecho, fue uno de los patrocinadores de los acuerdos de Barbados, alcanzados por el Gobierno y la oposición venezolana y que establecían una hoja de ruta electoral, pero que parecen estar a punto de naufragio, con lo que organismos de derechos humanos han denunciado como una “nueva ola represiva” por parte de Maduro.

Lula no se ha pronunciado sobre las recientes detenciones de opositores, pero sí lo hizo su asesor y excanciller Celso Amorim.

“Un recrudecimiento de la represión, si es confirmado, es un hecho que preocupa, pues apostamos al diálogo”, y porque “puede afectar el proceso electoral”, declaró la semana pasada Amorim, el principal interlocutor de Brasil ante el Gobierno de Maduro.

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