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Teherán, 11 may (EFE).- “No prestamos servicios a mujeres sin velo bajo ningún concepto”. Esa fue la respuesta que recibió una joven en una clínica odontológica de Teherán, en medio de una campaña estatal para que las mujeres se cubran con el hijab en la República Islámica de Irán.

Maryam, joven universitaria de 22 años, no podía dar crédito. Desde hace meses no usa el velo como gesto de desobediencia civil tras la muerte en septiembre de Mahsa Amini, tras ser detenida precisamente por no llevar bien puesto el hijab.

Sin embargo, ante un fuerte dolor de muelas no tuvo más remedio que capitular y cubrirse con el velo de su madre, que la acompañaba en la clínica el pasado sábado, cuenta a EFE.

Una vez que se cubrió el cabello, el dentista examinó a la paciente y llevó a cabo la endodoncia que necesitaba.

“Me sentí maltratada”, afirma la estudiante.

“El uso del velo debería ser una opción personal y no deberían poder negarse a tratarme”, dice.

Al igual que Maryam, muchas iraníes se han enfrentado con taxistas que se niegan a llevarlas, a tiendas donde no las atienden o a dificultades para usar el transporte público por no llevar velo.

Todo esto pone de manifiesto la situación en la que viven muchas iraníes que no usan el velo desde que el 15 de abril el Gobierno pusiese en marcha una campaña para reimponer el uso de esta prenda obligatoria en el país desde 1983.

Esa campaña es una respuesta a las melenas al viento que se ven por las calles del país, especialmente en Teherán, desde la muerte de Amini, que provocó unas fuertes protestas en las que se pedía el fin de la República Islámica al grito de “mujer, vida, libertad”.

Las protestas lograron acabar con la llamada Policía de la Moral, que vigilaba que se cumpliesen las estrictas normas de vestimenta en el país, y ahora las autoridades recurren a otros métodos para imponerlas.

Esos métodos incluyen el uso de cámaras para identificar a las infractoras por la calle o en coche, así como a la prohibición de ser atendidas en comercios o restaurantes, recibir educación o usar el transporte público.

Así, las autoridades han colocado a vigilantes en las puertas del metro de Teherán y las universidades para asegurarse de que las mujeres entren cubiertas y advertir a las que no lo están.

Una vez dentro, muchas mujeres optan por quitarse el velo, según indicaron a EFE fuentes de centros educativos.

De momento no ha trascendido que se haya negado la educación a jóvenes por no usarlo.

PRESIÓN SOBRE LOS NEGOCIOS

Pero la mayor presión está recayendo sobre los negocios privados. Desde el 15 de abril se han cerrado miles de restaurantes, tiendas o comercios de todo tipo por atender a mujeres sin velo.

En uno de los casos más sonados, las autoridades cerraron a finales de abril durante unos días el centro comercial Opal, que acoge a unos 450 negocios, por dejar entrar a mujeres sin velo en Teherán.

Además, al menos seis conocidas actrices han sido denunciadas por aparecer en público o en redes sociales sin velo, en unos casos muy publicitados por las autoridades.

Las actrices Fateme Motamed-Arya, Afsaneh Baygan, Pantea Bahram, Katayoun Riahi, Baran Kosari y Shaghayegh Dehghan se enfrentan a multas y hasta a dos meses de cárcel por no usar el velo por esas denuncias.

VIOLENCIA

Pero las mujeres sin velo no solo se enfrentan a que se les rechace el servicio en clínicas médicas, centros educativos, tiendas, restaurantes o taxis.

Además pueden ser víctimas de actos de violencia, ya sea verbales o físicos.

Ese fue el caso de Soraya, una ama de casa de 41 años, que fue agredida por otra mujer cuando fue a recoger a su hija al colegio sin velo.

“Nos dijo cosas horribles, que soy una fulana y me dedico a la prostitución”, cuenta a EFE.

La agresora, que iba cubierta con un chador, prenda negra que se coloca en la cabeza y cubre todo el cuerpo salvo el rostro, la acusó de “ir provocando a los hombres” y de no “educar a su hija” por no taparse el cabello.

“Al final me atacó y me rompió las gafas”, asegura, antes de que la directora del colegio las separase.

A pesar de todo, muchas mujeres continúan sin usar el velo por las calles de Teherán.

Por Jaime León

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