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Tokio, 23 dic (EFE).- Pollo frito, tartas de nata con fresas y citas de pareja dibujan la Navidad en Japón, donde sólo el 1,5 % de la población es cristiana y pierden toda relevancia el pavo al horno, los turrones o las sobremesas dilatadas hasta la cena.

El país nipón celebra estas fiestas sin sentido religioso, pero en noviembre sus ciudades se iluminan aún más si cabe y ciertas plazas de las grandes urbes albergan durante diciembre mercadillos navideños de inspiración europea que traen consigo aroma a vino caliente.

Tampoco pierde su lugar el ‘marketing’ navideño que llevó a Papá Noel a dejar de vestir de verde, y es que la cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken (KFC) fue la responsable de instaurar tras una exitosa campaña una de las tradiciones más consolidadas de la Navidad japonesa: comer pollo frito.

En lugar de turrones y mantecados, la tarta de nata con fresas es el dulce predilecto de los japoneses para estas fechas y debe reservarse con semanas, si no meses, de antelación en las pastelerías si quiere degustarse en Navidades.

La cadena local de confitería y restaurantes Fujiya fue pionera en comercializar a principios del siglo pasado este dulce, cuyos colores blanco y rojo evocan la bandera nacional.

Sin saberlo, podrías haber visto este esponjoso bizcocho japonés antes, pues el teclado emoji le rinde homenaje con el pastel de cumpleaños y la porción de tarta.

Nochebuena, el San Valentín nipón

El culmen del romanticismo en Japón no llega el 14 de febrero -fecha también marcada en su calendario-, sino en la víspera de Navidad; las parejas aprovechan para salir a cenar y pasear bajo las iluminaciones navideñas la noche del 24, día más celebrado aún que el propio 25.

Aunque el origen de esta tradición es difuso, algunos dicen que se debe al éxito musical japonés ‘My Lover is Santa Claus’, líder de los ‘rankings’ cuando se estrenó en 1982.

Esta canción sería a Japón lo que ‘Last Christmas’ o ‘All I Want For Christmas Is You’ son a Occidente.

El menú navideño de los japoneses

Conbinis (tiendas 24 horas), restaurantes y hamburgueserías locales sirven menús especiales de pollo frito por Navidad y KFC calcula que unas 3,6 millones de familias japonesas se sientan ante un abundante banquete de esta comida cada diciembre.

De hecho, muchos establecimientos aceptan encargos navideños desde finales de octubre para evitar largas colas formándose a sus puertas el día de Navidad.

El preludio de esta costumbre dice ser la campaña publicitaria ‘Kentucky for Christmas’ que lanzó en 1974 KFC, inspirado por un cliente extranjero que acudió al primer local de la cadena en Japón -Nagoya, 1970- para comprar pollo frito tras una intensa pero infructuosa búsqueda de pavo para cocinar en Navidad.

Cuentan también que el plato se erigió como la comida navideña nipona por excelencia después de que el primer director de KFC en el país lo presentara falsamente como el alimento típico de la Navidad estadounidense para así aumentar sus ventas, en unos tiempos en los que Japón todavía carecía de tradiciones para estas fechas.

Sea como fuere el inicio de esta consolidada costumbre, lo cierto es que el pollo frito no está muy alejado de la gastronomía japonesa original, que contempla un plato muy parecido, el ‘karaage’, la técnica culinaria con la que los nipones rebozan con panko piezas de carne, a menudo pollo, o pescado para después freírlas.

Cifras publicadas por KFC elevan la recaudación de la cadena en Japón entre el 20 y el 25 de diciembre de 2018 a 6.900 millones de yenes (unos 43,6 millones de euros), diez veces más de lo facturado en un día promedio.

Una tarta centenaria en lugar de turrón

El postre navideño supremo para los japoneses es la tarta de nata con fresas que introdujo en 1910 la cadena Fujiya, pero que dejó de comercializarse tras la Segunda Guerra Mundial por la escasez alimentaria que convirtió los dulces azucarados en lujos inalcanzables para la mayoría.

Al reponerse la economía nipona, los ingredientes necesarios para este pastel volvieron a estar disponibles y la tarta resurgió para convertirse en un símbolo de la recuperación de Japón.

Ahora, las tartas de nata con fresas sobre las mesas de Navidad de las familias japonesas representan la buena fortuna y junto con el pollo frito y las citas de pareja que reemplazan al pavo al horno y las sobremesas de occidente son costumbres que anhelan mantener generación tras generación.

María Carcaboso Abrié

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