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Toronto (Canadá), 18 sep (EFE).- “Dios es una mujer”, del cineasta suizo-panameño Andrés Peyrot y en el que se narra el reencuentro de los kuna de Panamá con el documental olvidado que en 1975 realizó Pierre-Dominique Gaisseau sobre su comunidad, ha sido proyectado en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF).

Laida Díaz de Prestan posa para una fotografía, el 16 de septiembre de 2023, en Toronto (Canadá). EFE/Julio César Rivas

En 1975, Gaisseau, entonces un reconocido antropólogo y cineasta que en 1962 había ganado un Óscar al mejor documental con “Sky Above and Mud Beneath”, convivió durante casi un año con los kuna panameños acompañado de su esposa, Kyoka Kosaka, y su hija, Akiko Gaisseau.

Fruto de esa experiencia, Gaisseau realizó el documental “Iberogun”, cuya traducción es “Dios es una mujer”, en el que refleja la sociedad matriarcal de los kuna, sus tradiciones y costumbres, especialmente a través de la familia Prestan.

Gaisseau se comprometió a mostrar el film a los kuna una vez que estuviese terminado. Pero nunca sucedió. El documental fue olvidado tras una serie de disputas con el banco que financió la producción. Hasta que casi 50 años después, a través del trabajo de Peyrot, el film es rescatado y exhibido en la comunidad en la que se filmó.

Al estreno del documental “Dios es una mujer” en Toronto asistió Peyrot junto con varios de los protagonistas de su film, entre ellos Laida Díaz de Prestan, de 80 años, y su hija Demetria Prestan, de 52 años, que en 1975 tenía cuatro años y cuyo rito de iniciación fue parte central del documental de Gaisseau.

En una entrevista con EFE en Toronto, tanto Demetria Prestan como su madre expresan su emoción al asistir a la proyección de “Dios es una mujer” en TIFF.

“Fue espectacular. Muy bello. Es la primera vez que veo la película y ha sido algo extraordinario ver la cultura. Ver a mi padre que organizó el evento y que falleció en 2012. Espero que a la gente le gusta la película”, explica con lágrimas en los ojos Demetria.

Laida, que tenía 32 años cuando Gaisseau filmó su documental, también expresa su agradecimiento en kuna a Peyrot, al que ahora considera un hijo más, así como su satisfacción por el estreno.

Peyrot dice a EFE que aunque su documental se proyectó en Venecia poco antes de llegar a TIFF, “aquí ha sido el verdadero estreno” porque ha contado con la presencia de Laida y Demetria, así como con la de otros dos miembros de la comunidad kuna y protagonistas del film, Cebaldo Inawinapi y Orgun Wagua.

“Ver juntos la película aquí y escuchar las palabras que tenían que decirme, me tocó profundamente el alma. Emocionalmente para mí era difícil hablar”, añade el cineasta.

El documental de Peyrot incide en el aspecto de a quién pertenece un film que se centra en la vida de una comunidad indígena que ha esperado durante casi medio siglo tener acceso a esas imágenes así como en la visión que Gaisseau tenía de lo que era en 1975 la cultura aborigen.

Peyrot incluye en su film la visión de una joven generación de kuna que además son cineastas, Orgun Wagua y su hermano Duiren, sobre quién es la persona más adecuada para contar la propia historia de los indígenas.

El director suizo-panameños reconoce que se enteró del trabajo de Gaisseau y de su documental perdido a través de Orgun. A partir de ahí inició una tarea de investigación que le llevó a Francia y descubrir el material original de Gaisseau que desde entonces ha sido restaurado.

Orgun Wagua y Demetria también explican que en la comunidad kuna el film de Gaisseau se había convertido en una especie de mito, algo del que todos recordaban pero nadie había visto.

“En mi familia se hablaba de la película de Akiko (la hija de Gaisseau y que también tenía cuatro años en 1975) porque era a quien más recordaban. Se quedaron con el nombre de la niña porque se encariñaron con ella”, dice Orgun.

Ahora, tras su proyección en Toronto, “Dios es una mujer” va a ser exhibido en la comunidad de los kuna.

“En diciembre es cuando lo vamos a traer a la comunidad”, concluye Peyrot.

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